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La última cinta de Pedro Almodóvar, 'Los abrazos rotos', ha llegado a los cines de Nueva York acompañada de una gran atención mediática y unas buenas críticas ante la cuarta colaboración entre el manchego y Penélope Cruz.

Molina ha señalado, en una rueda de prensa, que los grandes directores contemporáneos 'son como los hijos de Buñuel' y que ella misma se sintió 'un poco hija' cuando trabajó con él.

Además, ha expresado sentir 'admiración' por el cine de autor, por considerar que las películas de este género 'nacen de un sueño, de una necesidad personal' y no de las reglas del mercado, por lo que ha considerado que 'más que nunca tiene que seguir vivo'.

También ha valorado a los 'grandes' realizadores contemporáneos, ya que ha trabajado con los de mayor reconocimiento y fama' y ha asegurado que si alguna vez se decide a 'escribir' será para 'contar algunas cosas de todos ellos'.

Molina ha dicho que Pedro Almodóvar 'es un referente de la cultura española en el mundo' y aunque su película 'Los abrazos rotos' no ha sido seleccionada para los Oscar, le 'hace mucha ilusión' que la vea el público estadounidense.

Molina, que está trabajando en la serie de televisión 'Gran reserva', ha terminado en Buenos Aires su labor de interpretación en el rodaje de la película 'Carne de León', del director andaluz Paco Cabezas, a quien ha definido como 'un joven con mucho talento'.

La actriz ha dicho que toda su vida ha hecho cine de autor y 'no otra cosa' y que valora y admira el trabajo de los nuevos realizadores, aunque le 'gustaría que hubiese más mujeres' detrás de la cámara porque 'tienen una sensibilidad especial absolutamente necesaria' en el séptimo arte.

En ese sentido, ha opinado que si la política de subvencionar a las mujeres directoras 'sirve para que haya más en esta actividad' está 'de acuerdo'.

Molina ha dicho que después de tantos años en una profesión 'inestable' ha aprendido a 'disfrutar' de los buenos momentos y también 'a saber perder' cuando algunos proyectos 'se quedan en el camino'.

La experiencia le ha permitido saber si un guión le puede gustar o adaptarse a su forma de interpretación 'a los tres minutos de empezar a leerlo' y muchas veces ha 'descartado' buenos textos porque el personaje no era para ella.